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para decir cosas incomprensibles. Habla con abundancia; ni el mismo diablo se podría desenredar de la maraña de sus palabras"...

En efecto, el diablo estaba embrollado, y se rascaba la cabeza con violencia.

—Espera, buen amigo. Vamos de prisa, y no avanzamos un paso. Probablemente, hemos tomado un mal camino.

—Para mí todos los caminos son buenos.

—Entendido; pero... te pregunto solamente si el molinero es bueno o malo, y no me quieres responder con claridad.

—Bien; ahora permite que le pregunte yo a mi vez: el agua, ¿es buena o mala?

—El agua? ¿Por qué no ha de ser buena?

—Pero, pudiendo beber sidra, usted no querría agua, ¿no es eso?

—Quizá.

—Y cuando hay cerveza en la mesa ¿usted no querrá sidra?

—Es posible.

—Y si le ofrecen a usted un vaso de "vodka" lo preferirá a la cerveza, ¿no es eso?

—Quizá tengas razón.

—Ya lo creo que tengo razón!

El diablo estaba ya cubierto de sudor, y su cola empezaba a agitarse, levantando polvo.

Iarko cogió sus botas y quiso seguir su camino; pero el diablo, en este momento, tuvo una idea. Retrocedió algunos pasos y dijo:

—Bien; puesto que no quieres responder a mi

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