pudo rematar el desorden; pero su generalidad en este punto simplemente le dio pábulo. Ella determinó la unidad monetaria y la acuñación de monedas metálicas, en cuyo anverso debían llevar el «escudo de armas de la Nación». El director de la Casa de Moneda, persona sin preparación, ni escrupulosidad en materia de antecedentes patrios, adoptó inconscientemente el escudo de armas de la provincia de Buenos Aires, como lo comprueban los cuños adjuntos. (Fig. 8).
No ha sido más seria, ni respetuosa la Administración, en sus contratos para los billetes del Banco Nacional y del Banco de la Nación Argentina. El dibujo de los escudos fué abandonado completamente á la imaginación ó al antojo de los grabadores extranjeros ó á la negligencia de empleados ó directorios nacionales. Es difícil hallar billetes de diferentes valores con escudos iguales. Las alteraciones, añadidos y decoraciones ilegales, son numerosísimas y siguen todos los moldes vulgares de la heráldica. La observación puede ser comprobada por cualquiera al examinar los viejos billetes y los que ahora corren de mano en mano. No exceptúo, por cierto, los libros de cheques.
En 1891, cuando fui llamado á reorganizar los servicios de Correos y Telégrafos, suprimí la serie copiosísima de timbres postales, cuyos grabados ostentaban los retratos de muertos ilustres y de varios personajes vivos, actores en los sucesos políticos de actualidad. Los retratos de los generales Mitre y Roca (éste era mi jefe inmediato como