Ir al contenido

Página:El gallo de Sócrates (Colección de Cuentos).djvu/121

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 117 —

Pero las modas pasan, y mi sombrero dura; así que después de algún tiempo volví con él á la ciudad, y noté que la bimba de este cura no llamaba la atención; por casualidad y por poco tiempo, la moda coincidió con mi gusto, sobre poco más ó menos, los sombreros de copa de los caballeros que veía pasar junto á mí eran de tamaño y figura del mío.

Volví á planchar el vejete este, y al sombrerero no se le ocurrió proponerme que lo reformara. Estaba bien. Aquella forma era la corriente. Como las rechiflas de antaño no me habían dado frío, no me daba calor esto de andar á la moda por una temporada, de pelos arriba. Yo seguí contento con mi vetusta cobertera, no porque fuese de moda, sino porque era útil, conforme con su destino y las leyes constantes de la proporción. Otra vez volvió á estar mi sombrero anticuado, y volví yo á no incomodarme por eso. En el presente momento histórico, como dicen en el Congreso, mi chapeau vuelve á ser como los que se usan, ¿no es así, caballeros? Vuelvo á la moda... pero no me alegro; como no me dará pena que otra vez la moda se separe de mí.

Larga pausa.

Pues lo que digo del sombrero, lo digo de la cabeza... y del corazón. Cuando escogí estado, cuando seguí mi vocación, cuando me aferré á mis ideas, á mi fe y á mis amores cristianos... no estaban de moda, no, la religión, la fe, ni el cristianismo. Ahora parece que entre la gente de más aristocrático pensamiento soplan aires místicos, ó que así llaman; yo algo he leido de eso, y no todo me olió á farsa, aun-