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Página:El gallo de Sócrates (Colección de Cuentos).djvu/58

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¡El infierno! Esa era la gran guardia civil en que los Cocañines, veían garantía eterna de las abundantes salidas.

Por un sórites, que inventó el Cocañín del seminario, pero que ya había hecho su hermano, sin llamarlo así, llegaban desde el mercado de su producto hasta el dogma de las penas eternas. La cosa era fácil de entender; y cuando creció Facundo y fué filósofo escolástico, pero ya de los que usan macferlan y prescinden de las formas silogísticas, el chico se explicaba, y explicaba á los suyos, la necesidad... para la vida de la fábrica, del dogma, del gran dogma del fuego eterno, diciendo algo por el estilo.

—«Son habas contadas: (le gustaban mucho las cosas contadas y las habas contadas ó no, pero con morcilla). Nuestro crédito se funda en nuestra religiosidad completamente correcta (hablaba con los barbarismos que leía en los periódicos neos, puristas que no practicaban). Todo Galicia y parte de Asturias, la de Occidente, y no poca parte de León y algo de Portugal, se surten infaliblemente de manteca en nuestra casa; además, contamos con la exportación para la Verde Erin, la católica Irlanda y para la Bretaña: siempre fiel. Los que nos compran no nos comprarían 1.º: si dejáramos de ser ortodoxos; 2.º si la fe se entibiara en los pueblos leales y esas dignísimas personas que viven del altar y de otras cosas santas, no recaudaran lo mucho que cobran, gracias á la piedad de pueblos y gobiernos. Pero ¿por qué se conserva la fe en mu-