Ir al contenido

Página:El gallo de Sócrates (Colección de Cuentos).djvu/63

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 59 —

y del gay saber... ultramontano. En prosa ó en verso siempre triunfó, gracias á su intransigencia; el argumento Aquiles que siempre arrojaba sobre el enemigo, las penas eternas. Calumniaba, insultaba, demostraba que el impio está fuera de la ley y que vale todo contra el réprobo... y se le llenaba la casa de pensamientos de oro, de escribanías de plata, jarrones é imágenes sagradas. Pero á todos aquellos crucifijos que le regalaban y que tenía tasados en lo mucho que valían, pesando el metal precioso, sin menoscabo de la religiosidad; á todos, prefería un Cristo, que le había regalado su padre, antiguo recuerdo de familia. Era una tosca imágen de talla, pero no era escultura; repitiéndose aquí el milagro de otro Crucifijo que un célebre poeta español heredó de sus mayores también; Crucifijo que tampoco es escultural, pero es de talla. Milagro.

Cuando en la academia de Jurisprudencia (pues Facundo pasaba meses en Madrid) discutía contra los liberales, nuestro paladín divino, y los injuriaba y levantaba falsos testimonios como chichones, siempre imaginaba él que su arma de combate era el crucifijo de tosca madera, que él, Hércules cristiano, manejaba como una maza santa para aplastar hidras, domesticar leones y acabar con otras calamidades liberales.

También hizo oposición á una cátedra y la ganó, como pudo haber ganado un Jubileo ó Indulgencia plenaria. Los ejercicios fueron unos fervorines, varias novenas, y casi casi las misas de San Grego-