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Página:El gallo de Sócrates (Colección de Cuentos).djvu/90

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—No puede usted entender la fórmula de esto: es cosa nueva; esta noche he estudiado la cuestión, y resuelvo que esto es lo que conviene; se trata de algo muy complejo, que usted, profano al fin, no comprendería. Y no hay que andarse con bromas, podrá el remedio no servir; pero sin él..... es seguro.....

—¿El qué?

—Es seguro que estamos..... mal.

Cada vez más acoquinado, dijo D. Narciso, por decir algo:

—Bueno; pues... que traigan pluma y papel..... ó pase usted al despacho...

—No: no hace falta; tengo prisa. Aquí mismo; traigo yo papel y lápiz..... Y esas plumas de usted nunca parecen..... y eso que es usted escritor.

Y diciendo y haciendo, sacó de un bolsillo interior una cartera, buscó en ella un papel y un lápiz, y en pie, apoyando el papel en la cartera misma, escribió rápidamente la receta. Quería aprovechar aquel momento de dominio sugestivo sobre el enfermo, y no quería dilaciones por causa de pormenores materiales. Nervioso, pero con aspecto de triunfo, guardó sus chismes de escribir, se despidió con pocas palabras y salió, después de entregar á uno de la familia el papelito, simbolo de su victoria sobre el empecatado D. Narciso.

Vino la medicina, la tomó el enfermo, como un doctrino, en la forma que al salir había detallado el médico, y no hubo más.