Página:El hombre mediocre. Sexta edición (1926).pdf/100

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
96
José Ingenieros

El pudor de los hipócritas es la peluca de su calvicie moral.

96 II . EL HOMBRE HONESTO

La mediocridad moral es impotencia para la virtud y cobardía para el vicio. Si hay mentes que parecen maniquíes articulados con rutinas, abundan corazones semejantes a mongolfieras infladas de prejuicios. El hombre honesto puede temer el crimen sin admirar la santidad: es incapaz de iniciativa para entrambos. a garra del pasado ásele del corazón, estrujándole en germen todo anhelo de perfeccionamiento futuro. Sus prejuicios son los documentos arqueológicos de la psicología social; residuos de virtudes crepusculares, supervivencias de morales extinguidas.

Las mediocracias de todos los tiempos son enemigas del hombre virtuoso: prefieren al honesto y lo encumbran como ejemplo. Hay en ello implícito un error, o mentira, que conviene disipar. Honestidad no es virtud, aunque tampoco sea vicio. Se puede ser honesto sin sentir un afán de perfección; sobra para ello con no ostentar el mal, lo que no basta para ser virtuoso. Entre el vicio, que es una lacra, y la virtud que es una excelencia, fluctúa la honestidad.

La virtud eleva sobre la moral corriente; implica cierta aristocracia del corazón, propia del talento moral; el virtuoso se anticipa a alguna forma de perfección futura y le sacrifica los automatismos consolidados por el hábito.

El honesto, en cambio, es pasivo, circunstancia que le asigna un nivel moral superior al del vicioso, aunque permanece por debajo de quien practica activamente alguna virtud y orienta su vida hacia algún ideal. Limitándose a respetar los prejuicios que le asfixian, mide la moral con el doble—decímetro que usan sus iguales, a cuyas fracciones resultan irreductibles las tendencias inferiores de los encanallados y las aspiraciones conspicuas de los virtuosos. Si no llegara a asimilar los prejuicios, hasta saturarse de ellos, la sociedad le castigaría como delincuentes por su conducta deshonesta; si pudiera sobreponérseles, su talento. moral