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El hombre mediocre

Mientras los hipócritas recetan la austeridad, reservando la indulgencia para sí mismos, los pequeños virtuosos prefieren la práctica del bien a su prédica; evitan los sermones y enaltecen su propia conducta. Para el prójimo encuentran una disculpa, en la debilidad humana o en la tentación del medio: "tout comprendre c'est tout pardonner"; sólo son severos consigo mismos. Nunca olvidan sus propias culpas y errores; y si no justifican las ajenas, tampoco se preocupan de atormentarlas con su odio, pues saben que el tiempo los castiga fatalmente, por esa gravitación que abisma a los perversos como si fueran globos desinflados. Su corazón es sensible a las pulsaciones de los demás, abriéndose a toda hora para aducir las penas de un desventurado y previniendo sus necesidades para ahorrarle la humillación de pedir ayuda; hacen siempre todo lo que pueden, poniendo en ello tal afán que trasluce el deseo de haber hecho más y mejor.

Aprueban y estimulan cualquier germen de cultura, prodigando su aplauso a toda idea original y complaciendo a los ignorantes sin reproches inoportunos; su cordialidad sincera con los espíritus humildes no está corroída por la urbanidad convencional.

Esas pequeñas virtudes son usuales, de aplicación frecuente, cotidiana; sirven para distinguir al bueno del mediocre y difieren tanto de la honestidad como el buen sentido difiere del sentido común. Importan una elevación sobre la mediocridad; los que saben practicarlas merecen los elogios que tan pródigamente se les tributan. Desde Platón y Plutarco está hecha su apología; ello no impide su asidua reiteración por escritores que glosan en estilo menos decisivo la socorrida frase de Hugo: "Il se fait beaucoup de grandes actions dans les petites luttes. Il y a des bravoures opiniâtres et ignorées qui se défendent pied a pied dans l'ombre contre l'envahissement fatal des nécessités. Noble et mistérieux triomphe quíaucun regard ne voit, qu'aucune renommée, ne paye, qu'aucune fanfare ne salue. La vie, le malheur, l'isolement, l'abandon, la pauvreté, sont des champs de bataille qui ont eurs héros; héros obscurs plus grands parfois que les héros ilustres".

No olvidemos, sin embargo, que esas virtudes son peque-