Página:El hombre mediocre. Sexta edición (1926).pdf/139

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
135
El hombre mediocre

partícula de honor, es caro. El pan sopado en la adulación, que engorda al servil envenena al digno. Prefiere, 6ste, perder un derecho a obtener un favor; mil daños le serán más leves que medrar indignamente. Cualquiera herida es transitoria y puede dolerle una hora; la más leve domesticidad le remordería por toda la vida.

Cuando el éxito no depende de los propios méritos bástale conservarse erguide, incólume, irrevocable en la propia dignidad. En las bregas domésticas, la obstinada sinrazón suele triunfar del mérito sonriente; la pertinacia del indigno es proporcional a su acorchamiento. Los hombres ejemplares desdeñan cualquier favor; şe estiman superiores a lo que puede darse sin mérito. Prefieren vivir crucificados sobre su orgullo a prosperar arrastrándose; querrían que al morir su ideal les acompañase blanquivestido y sin manchas de abajamientos, como si fueran a desposarlo más allá de la muerte.

Los caracteres dignos permanecen solitarios, sin lucir en el anca ninguna marca de hierra son como el ganado levantisco que hociquea los tiernos tréboles de la campiña virgen, sin aceptar la fácil ración de los pesebres. Si su pradera es árida no importa; en libre oxígeno aprovecha más que en cebadas copiosas, con la ventaja de que aquél se toma y éstas se reciben de alguien. Prefieren estar solos, mientras no puedan juntarse con sus iguales. Cada flor englobada en un ramillete pierde su perfume propio. Ogligado a vivir entre desemejantes, el digno mantiénese ajeno a todo lo que estima inferior. Descartes dijo que se paseaba entre los hombres como si ellos fueran árboles y Banville escribió de Gautier: "Era de aquellos que bajo todos los regímenes son necesaria e invenciblemente libres; cumplía a su obra con desdeñosa altivez y con la firme resignación de un dios desterrado.

Ignora el hombre digno las cobardías que dormitan en el fondo de los caracteres serviles; no sabe desarticular su cerviz. Su respeto por el mérito le obliga a desacatar toda sombra que carece de él, a agredirla si amenaza, a castigarla si hiere. Cuando la muchedumbre que destruye sus anhelos es anodina y no tiene adversarios que fazferir el digno se refugia