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El hombre mediocre

Los únicos bienes intangibles son los que acumulamos en el cerebro y en el corazón; cuando ellos faltan ningún tesoro los sustituye.

Los orgullosos tienen el culto de su dignidad; quieren poseerla inmaculada, libre de remordimientos, sin flaquezas que la envilezcan o la rebajen. A ella sacrifican bienes, honores, éxitos: todo lo que es propicio al crecimiento de la sombra. Para conservar la estima propia no vacilan en afrontar la opinión de los mansos y embestir sus, prejuicios; pasan por indisciplinados o peligrosos entre los que en vano intentan malear su altivez. Son raros en las mediocracias, cuya chatura moral los expone a la misantropía; tienen cierto aire desdeñoso y aristocrático que desagrada a los vanidosos más culminantes pues los humilla y avergüenza. "Inflexibles y tenaces porque llevan en el corazón una fe sin dudas, una convicción que no trepida, una energía indómita que a nada cede ni teme, suelen tener asperezas urticantes para los hombres amorfos. En algunos casos pueden ser altruistas, o porque cristianos en la más alta acepción del vocablo o porque profundamente afectivos; presentan entonces uno de los caracteres más sublimes, más espléndidamente bellos y que tanto honran a la naturaleza humana. Son los santos del honor, los poetas de la dignidad. Siendo héroes, perdonan las cobardías de los demás; victoriosos siempre ante sí mismos, compa decen a los que en la batalla de la vida siembran, hecha jirones, su propia dignidad. Si la estadística pudiera decirnos el número de hombres que poseen este carácter en cada nación, esa cifra bastaría, por sí sola, mejor que otra cualquiera, para indicarnos el valor moral de un pueblo".

La dignidad, afán de autonomía, lleva a reducir la dependencia de otros a la medida de lo indispensable, siempre enorme. La Brujére, que vivió como intruso en la domesticidad cortesana de su siglo, supo medir el altísimo precepto que encabeza el Manual de Epicteto, a punto de apropiárselo textualmente sin amenguar con ello su propia gloria: "Se faire valoir par des choses qui ne depen dent point des autres, mais de soi seul, ou renoncer a se faire valoir". Esa máxima le pareee inestimable y de recur-