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José Ingenieros

transe las sugestiones educativas de la sociedad: la "mentalidad social". En las capas superiores florecen las variaciones y perfeccionamientos recientes de cada uno, los rasgos personales que no son patrimonio colectivo: la "mentalidad individual".

Así como en las formaciones geológicas las sedimentaciones más profundas contienen los fósiles más antiguos, las primitivas bases de la personalidad individual guardan celosamente el capital común a la especie y a la sociedad. Cuando los estratos recientemente constituídos van desapareciendo por obra de la vejez, el psicólogo descubre, poco a poco, la mentalidad del mediocre, del niño y del salvaje, cuyas vulgaridades, simplezas y atavismos reaparecen a medida que las canas van reemplazando a los cabellos.

Inferior, mediocre o superior, todo hombre adulto atraviesa un período estacionario, durante el cual perfecciona sus aptitudes adquiridas, pero no adquiere nuevas. Más tarde la inteligencia entra a su ocaso.

Las funciones del organismo empiezan a decaer a cierta edad. Esas declinaciones corresponden a inevitables procesos de regresión orgánica. Las funciones mentales, lo mismo que las otras, decaen cuando comienzan a enmohecerse los engranajes celulares de nuestros centros nerviosos.

Es evidente que el individuo ignora su propio crepúsculo:

ningún viejo admite que su inteligencia haya disminuído.

El que esto escribe hoy, creerá, probablemente, lo contrario cuando tenga más de sesenta años. Pero objetivamente considerado, el hecho es indiscutible, aunque podrá haber discrepancia para señalar límites generales a la edad en que la vejez desvencija nuestros resortes. Se comprende que para esta función, como para todas las demás del organismo, la edad de envejecer difiere de individuo a individuo: los sistemas orgánicos en que se inicia la involución son distintos en cada uno. Hay quien envejece antes por sus órganos digestivos, circulatorioso psíquicos; y hay quien conserva íntegras algunas de sus funciones hasta más allá de los límites comunes. La longevidad mental es un accidente; no es la regla.