Página:El hombre mediocre. Sexta edición (1926).pdf/167

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
163
El hombre mediocre

hizo todo lo que ahora considera comprometedor o detestable.

Esa es la verdadera psicología del hombre que envejece.

La edad "atenúa o anula el celo, el ardor, la aptitud para crear, descubrir o simplemente saborear el arte, para tener la curiosidad despierta. Omito las rarísimas excepciones que exigirían, cada una, un examen particular. Para la mayoría de los hombres, el debilitamiento vital suprime de seguida el gusto de esas cosas superfluas. Señalemos, también, con la vejez, la hostilidad decidida contra las innovaciones:

nuevas formas artísticas, nuevos descubrimientos, nuevas maneras de plantear o tratar problemas científicos. El hecho es tan notorio, que no exige pruebas. Ordinariamente, en estética sobre todo, cada generación reniega a la que le sigue. La explicación común de ese misoneísmo, es la existencia de hábitos intelectuales ya organizados", que serían conmovidos por un contraste violento, si aun existiera una capacidad de emoción o de pasión. Esto último es lo que falta en los viejos, por la modorra de su vida afectiva. Agrega Ribot que a esa disolución de los sentimientos superiores sigue la de todos los sentimientos altruistas y la de los egoaltruistas, perdurando hasta el fin los egoístas, cada vez más aislados y predominantes en la personalidad del viejo. Ellos mismos naufragan en la ulterior senilidad.

Los diversos elementos del carácter, disuélvense en orden inverso al de su formación. Los que se han adquirido al fin son menos activos, dejan surcos poco persistentes, son adventicios, incoordinados. Esto revélase en la regresión de la memoria senil; los fantasmas de las primeras impresiones juveniles siguen rondando en la mente, cuando ya han desaparecido los recuerdos más cercanos, los del día anterior. La falta de plasticidad hace que los nuevos procesos psíquicos no dejen rastros, o muy débiles, mientras los antiguos se han grabado hondamente en materia más sensible y sólo se borran con la destrucción de los órganos.

Con el crecimiento de las neuronas en el hombre joven, y su poder de crear nuevas asociaciones, explicaría Cajal la capacidad de adaptación del hombre y su aptitud para