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El hombre mediocre

hombres sería negar el progreso de la especie humana, Negar la civilización misma.

Queda el hecho actual y contingente: ¿el advenimiento progresivo del régimen democrático, en las monarquías y en las repúblicas,'ha favorecido su descenso político durante el último siglo?

Prácticamente la democracia ha sido una ficción, hasta ahora. Es una mentira de algunos que pretenden representar a todos. Aunque en ella creyeran por momentos Lamartine, Heine y Hugo, nadie más infiel que los poetas idealistas al verbo de la equivalencia universal; los más le son abiertamente hostiles. Otra es la posición del problema. Es sencilla.

Hasta ahora no ha existido una democracia efectiva. Los regímenes que adoptaron tal nombre fueron ficciones. Las pretendidas democracias de todos los tiempos han sido confabulaciones de profesionales para aprovecharse de las masas y excluir a los hombres eminentes. Han sido siempre mediocracias. La premisa de su mentira fué la existencia de un "pueblo" capaz de asumir la soberanía del Estado. No hay tal: las masas de pobres e ignorantes no han tenido, hasta hoy, aptitud para gobernarse: cambiaron de pastores.

Los más grandes teóricos del ideal democrático han sido de hecho individualistas y partidarios de la selección natural: perseguían la aristocracia del mérito contra los privilegios de las castas. La igualdad es un equívoco o una paradoja, según los casos. La democracia ha sido un espejismo, com todas las abstracciones que pueblan la fantasía de los ilusos o forman el capital de los mendaces. El pueblo ha estado ausente de ella.

Las castas aristocráticas no sor mejores; en ellas hay, también, crisis de mediocridad y tórnanse mediecracias. Los demócratas persiguen la justicia para todos y se equivocan buscándola en la igualdad; los aristócratas buscan el privilegio para los mejores y acaban por reservarlo a los más