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El hombre mediocre

El culto de lo acomodaticio y lo convencional, halagador para los sujetos insignificantes, implica presentar a los grandes creadores como predestinados a la degeneración o el manicomio . Es falso que el talento y el genio pueblen los asilos; si enloquecen, por acaso, diez hombres excelentes, encuéntranse a su lado un millón de espíritus vulgares: los alienistas estudiarán la biografía de los diez e ignorarán la del millón. Y para enriquecer sus catálogos de genios enfermos incluirán en sus listas a hombres ingeniosos, cuando no a simples desequilibrados intelectuales que son "imbéciles con la librea del genio".

Los hombres como Sarmiento pueden caldearse por la excesiva función que desempeñan; los ignorantes confunden su pasión con la locura. Pero juzgados en la evolución de las razas y de los grupos sociales, ellos culminan como casos de perfeccionamiento activo, en beneficio de la civilización y de la especie. El devenir humano sólo aprovecha de los originales. El desenvolvimiento de una personalidad genial importa una variación sobre los caracteres adquiridos por el grupo; ella incuba nuevas y distintas energías, que son el comienzo de líneas de divergencia, fuerzas de selección natural. La desarmonía de un Sarmiento es un progreso; sus discordancias son rebeliones a las rutinas, a los prejuicios, a las domesticidades.

Locura implica siempre disgregación, desequilibrio, solución de continuidad; con breve razonamiento refutó Bovio el celebrado sofisma. El genio se abstrae; el loco se distrae. La abstracción ausenta de los demás, la distracción ausenta de sí mismo. Cada proceso ideativo es una serie; en cada serie hay un término medio y un proceso lógico; entre las diversas series hay saltos y faltan los términos me dios. El genio, moviéndose recto y rápido dentro de una misma serie, abrevia los términos medios y descubre la relación lejana; el loco, saltando de una serie a otra, privado de términos medios, disparata en vez de razonar. Esa es aparente analogía entre genio y locura; parece que en el movimiento de ambos faltaran los términos medios; pero, en rigor, el genio vuela, el loco salta. El uno sobreentiende