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El hombre mediocre

da la naturaleza: el encebamiento precoz enmohece los resortes de la imaginación creadora y despunta las mejores originalidades. El genio nunca ha sido una institución oficial.

La vasta obra de Ameghino, en nuestro continente y en nuestra época, tiene los caracteres de un fenómeno natural.

¿Por qué un hombre, en Luján, da en juntar huesos de fósiles y los baraja entre sus dedos, como un naipe compuesto de millares de siglos, y acaba por pedir a esos mudos testigos la historia de la tierra, de la vida, del hombre, como si obrara por predestinación o por fatalidad?

Tenía que ser un genio argentino, porque ningún otro punto de la superficie terrestre contiene una fauna fósil comparable a la nuestra; tenía que ser en nuestro siglo, porque otrora le habría faltado el asidero de las doctrinas evolucionistas que le sirven de fundamento; no podía ser antes de ahora, porque el clima inteletcual del país no fué propicio a ello hasta que lo fecundó el apostolado de Sarmiento; y tenía que ser Ameghino, y ningún otro hombre de su tiempo. ¿Cuál otro reunía en tan alto grado su aptitud para la observación y el análisis, su capacidad para la síntesis y la hipótesis, su resistencia para el enorme esfuerzo prolongado durante tantos años, su desinterés por todas las vanidadees que hacen del hombre un funcionario, pero matan al pensador?

Ninguna convergencia de rutinas detiene al genio en su oportunidad. Aunque son fuerzas todopoderosas, porque obran continua y sordamente, el genio las domina: antes o después, pero en dominarlas radica la realización de su obra. Las resistencias, que desalientan al mediocre, son su estímulo; crece a la sombra de la envidia ajena, La sociedad puede conspirar contra él, acomunando en su contra la detracción y el silencio. Sigue su camino, lucha, sin caer, sin extraviarse, dionisíacamente seguro. El genio, por su definición, no fracasa nunca. El que no ha creado no es genio, no llegó a serlo, fué una ilusión disipada. No quiere esto decir que viva del éxito, sino que su marcha hacia la gloria es fatal, a pesar de todos los contrastes. El que se