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José Ingenieros

JOSE .INGENIEROS

detiene prueba impotencia para marchar. Algunas veces el hombre genial vacila y se interroga ansiosamente sobre su propio destino: cuando muerden su talón los envidiosos o cuando le adulan los hipócritas. Pero en dos circunstancias se ilumina o se desencadena: en la hora de la inspiración y en la hora de la diatriba. Cuando descubre una verdad parece que en sus pupilas brillara una luz eterna; cuande amonesta a los envilecidos diríase que refulge en su frente la soberanía de una generación.

Firme y serena voluntad necesitó Ameghino para cumplir su función genial. Sin saberlo y sin quererlo nadie crea cosas que valgan o duren. La imaginación no basta para dar vida a la obra: la voluntad la engendra. En este sentidoy en ningún otro—el desarrollo de la aptitud nativa requiere "una larga paciencia" para que el ingenio se convierta en talento o se encumbre en genialidad. Por eso los hombres excepcionales tienen un valor moral y son algo más que objetos de curiosidad: "merecen" la admiración que se les profesa. Si su aptitud es un don de la naturaleza, desarrollarla implica un esfuerzo ejemplar. Por más que sus gérmenes sean instintivos e inconscientes, las obras no se hacen solas. El tiempo es aliado del genio; el trabajo completa las iniciativas de la inspiración. Los que han sentido el es fuerzo de crear, saben lo que cuesta. Determinado el Ideal, hay que realizarlo: en la raza, en la ley, en el mármol, en el libro. La magnitud de la tarea explica por qué habiendo tanto ingenios, es tan escaso el número de obras maestras.

Si la imaginación creadora es necesaria para concebirlas, requiérese para ejecutarlas otra rara virtud: la voluntad tenaz que Newton bautizó como simple paciencia, sin medir los absurdos corolarios de su apotegma.

No diremos, pues, que la imaginación es superflua y secundaria, atribuyendo el genio a lo que fué virtud de bueyes en el simbolismo mitológico. No. Sin aptitudes ex traordinarias, la paciencia no produce un Ameghino. Un imbécil, en cincuenta años de constancia, sólo conseguirá fosilizar su imbecilidad, El hombre de genio, en el tiempo