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José Ingenieros

biguos no despiertan grandes admiraciones, los hombres firmes obligan el homenaje de sus propios adversarios. Hay más valor moral en creer firmemente una ilusión propia, que en aceptar tibiamente una mentira ajena.

IV .—LA MORAL DEL GENIO

El genio es excelente por su moral, o no es genio. Pero su moralidad no puede medirse con preceptos corrientes en los catecismos; nadie mediría la altura del Himalaya con cintas métricas de bolsillo. La conducta del genio es inflexible respecto de sus ideales. Si busca la Verdad, todo sacrifica a ella. Si la Belleza, nada le desvía. Si el Bien, va recto y seguro por sobre todas las tentaciones. Y si es un genio universal, poliédrico, lo verdadero, lo bello y lo bueno se unifican en su ética ejemplar, que es un culto simultáneo por todas las excelencias, por todas las idealidades. Como fué en Leonardo y en Goethe.

Por eso es raro. Excluye toda inconsecuencia respecto del ideal: la inmoralidad para consigo mismo es la negación del genio. Por ella se descubren los desequilibrados, los exitistas y los simuladores. El genio ignora las artes del escalamiento y las industrias de la prosperidad material. En la ciencia busca la verdad, tal como la concibe; ese afán le basta para vivir. Nunca tiene alma de funcionario. Sobrelleva heroicamente su pobreza sin asaltar el presupuesto, sin vender sus libros a los gobiernos, sin vivir de favores y de prebendas, ignorando esa técnica de los falsos genios oficiales que simulan el mérito para medrar a la sombra del Estado. Vive como es, buscando la Verdad y decidido a no torcer un milésimo de ella. El que puede domesticar sus convicciones no es, no puede ser, nunca, absolutamente, un hombre genial.

Ni lo es tampoco el que concibe un bien y no lo practica, Sin unidad moral no hay genio. El que predica la verdad y transige con la mentira, el que predica la justicia y no es justo, el que predica la piedad y es cruel, el que predica ]