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José Ingenieros

evolución eterna de todo lo conocido, la posibilidad del perfeccionamiento humano en la continua adaptación del hombre a la naturaleza. Para concebir una perfección se requiere cierto nivel ético y es indispensable alguna educación intelectual. Sin ellos pueden tenerse fanatismos y supersticiones; ideales, jamás.

Los que viven debajo de ese nivel y no adquieren esa educación, permanecen sujetos a dogmas que otros les imponen, esclavos de fórmulas paralizadas por la herrumbre del tiempo. Sus rutinas y sus prejuicios parécenles eternamente invariables; su obtusa imaginación no concibe perfecciones pasadas ni venideras; el estrecho horizonte de su experiencia constituye el límite forzoso de su mente. No pueden formarse un ideal. Enoontrarán en los ajenos una chispa capaz de encender sus pasiones; serán sectarios, pueden serlo. Y no advertirán siquiera la ironía de cuantos les invitan a arrebañarse en nombre de ideales que pueden servir, no comprender. Todo ensueño seguido por muchedumbres, sólo es pensado por pocos visionarios que son sus amos.

La desigualdad humana no es un descubrimiento moderno. Plutarco escribió, ha siglos, que "los animales de una misma especie menos. entre sí que unos hombres de otros" (Obras morales, Vol. 3). Montaigne suscribió esta opinión: "Hay más distancia entre tal y tal hombre, que entre tal hombre y tal bestia: es decir, que el más excelente animal está más próximo al hombre menos inteligente, que este último de otro hombre grande y excelente" (Ensayos, Vol. I, Cap. XLII). No pretenden decir más los que siguen afirmando la desigualdad humana; ella será en el porvenir tan absoluta como en tiempos de Plutarco o de Montaigne.

Hay hombres mentalmente inferiores al término medio de su raza, de su tiempo y de su clase social; también los hay superiores. Entre unos y otros fluctúa una gran masa imposible de caracterizar por inferioridades o excelencias.

Los psicólogos no han querido ocuparse de estos últimos; el arte los desdeña por incoloros; la historia no sabe sus nombres. Son poco interesantes; en vano buscaríase en