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El hombre mediocre

llegar al borde mismo del manicomio y de la cárcel, sin caer. Estos sujetos de moralidad incompleta, larvada, accidental ó alternante, representan las etapas de transición entre la honestidad y el delito, la zona de interferencia entre el bien y el mal, socialmente considerando. Carecen del equilibrismo oportunista que salva del naufragio á los hombres mediocres.

Un estigma irrevocable impídeles conformar sus sentimientos á los criterios morales de su sociedad. En algunos es producto del temperamento nativo; son los delincuentes natos ó locos morales, incapaces de organizarse una personalidad mediocre y mantenerse honestos; pululan en las cárceles y viven como enemigos dentro de la sociedad que los hospeda. En muchos la degeneración moral es adquirida, fruto de la educación; en ciertos casos deriva de la lucha por la vida en un medio social desfavorable á su esfuerzo; son mediocres desorganizados, caídos en la ciénaga por obra del azar, capaces de comprender su desventura y avergonzarse de ella, como la fiera que ha errado el salto. En otros hay una inversión de los valores éticos, una perturbación del juicio que impide medir el bien y el mal con el cartabón aceptado por la sociedad; son invertidos morales, inaptos para estimar la honestidad y el vicio. Instables hay, por fin, cuyo carácter traduce la ausencia de sólidos cimientos que los aseguren contra el oscilante vaivén de los apremios materiales y la alternativa inquietante de las tentaciones deshonestas. Esos