Página:El hombre mediocre (1913).pdf/82

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
80
José Ingenieros

hoguera, sino el que la enciende». La tolerancia es virtud suprema en los que piensan. Es difícil para los mediocres; inaccesible. Exige un perpetuo esfuerzo de equilibrio ante el error de los demás; enseña á soportar esa consecuencia legítima de la falibilidad de todo juicio humano. El que ha fatigado mucho para formar sus creencias, sabe respetar el valor de las ajenas. La tolerancia es el respeto en los demás de una virtud propia; la firmeza de las convicciones reflexivamente adquiridas hace estimar en otros un mérito cuyo precio se conoce.

Los hombres rutinarios desconfían de su imaginación, santiguándose cuando ésta les atribula con heréticas tentaciones. Reniegan de la verdad y de la virtud si ellas demuestran el error de sus prejuicios. Su más grave inquietud consiste en perturbarlos. Astrónomos hubo que se negaron á mirar el cielo á través del telescopio, temiendo ver desbaratados sus errores más firmes.

En toda nueva idea presienten un peligro; si les dijeran que sus prejuicios son ideas originales, llegarían á creerlos peligrosos. Esa ilusión les hace decir paparruchas con la solemne prudencia de augures que temen desorbitar al mundo con sus profecías. Prefieren el silencio y la inercia; no pensar es su única manera de no equivocarse. Sus cerebros son casas de hospedaje, pero sin dueño; los demás piensan por ellos, agradecidos á ese favor.

En todo lo que no hay prejuicios definitivamen