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no oyeran que el pífaro y los tambores volvían á sonar, por donde entendieron que la dueña dolorida entraba. Preguntó la duquesa al duque si sería bien ir á recebirla, pues era condesa y persona principal.

1 —Por lo que tiene de condesa, respondió Sancho antes que el duque respondiese, bien estoy en que vuestras grandezas salgan á recibirla; pero por lo de dueña, soy de parecer que no se muevan un paso.

¿Quién te mete á tí en esto, Sancho? dijo don Quijote.

—¿Quién, señor? respondió Sancho, yo me meto, que puedo meterme, como escudero que ha aprendido los términos de la cortesía en la escuela de vuesa merced, que es el más cortés y bien criado caballero que hay en toda la cortesanía, y en estas cosas, según he oído decir á vuesa merced, tanto se pierde por carta de más como por carta de menos: y al buen entendedor pocas palabras.

—Así es como Sancho dice, dijo el duque: veremos el talle de la condesa, y por él tantearemos la cortesía que se le debe.

En esto entraron los tambores y el pífaro como la vez primera. Y aquí con este breve capítulo dió fin el autor, y comenzó el otro siguiendo la mesma aventura, que es una de las más notables de la historia.