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querer arrojarse á los pies de don Quijote, y aun se arrojó, y pugnando por abrazárselos, decía:

1 —Ante estos pies y piernas me arrojo, oh caballero invicto, por ser los que son basas y colunas de la andante caballería: estos pies quiero besar, de cuyos pasos pende y cuelga todo el remedio de mi desgracia. Oh valeroso andante, cuyas verdaderas fazañas dejan atrás y escurecen las fabulosas de los Amadises, Esplandianes y Belianises! Y dejando á don Quijote se volvió á Sancho Panza, y asiéndole de las manos le dijo: ¡Oh tú: el más leal escudero que jamás sirvió á caballero andante en los presentes ni en los pasados siglos, más luengo en bondad que la barba de Trifaldín mi acompañador, que está presente! bien puedes preciarte que en servir al gran don Quijote sirves en cifra á toda la caterva de caballeros que han tratado las armas en el mundo. Conjúrote por lo que debes á tu bondad fidelísima me seas buen intercesor con tu dueño para que luego favorezca á esta humildísima v desdichadísima condesa.

A lo que respondió Sancho:

—De que sea mi bondad, señora mía, tan larga y grande como la barba de vuestro escudero, á mí me hace muy poco al caso: barbada y con bigotes tenga yo mi alma cuando desta vida vaya, que es lo que importa, que de las barbas de acá poco ó nada me curo; pero sin esas socaliñas ni plegarias yo rogaré á mi amo (que sé que me quiere bien, más y agora que me ha menester para cierto negocio) que favorezca y ayude á vuesa merced en todo lo que pudiere: vuesa merced desembaúle su cuita, y cuéntenosla, y deje hacer, que todos nos entendeReventaban de risa con estas cosas los duques, remos