Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/142

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como aquí nos le han pintado, en verdad, en verdad que aunque fué necedad, no fué tan grande como se piensa; porque según las reglas de mi señor, que está presente, y no me dejará mentir, así como se hacen de los hombres letrados los obispos, se pueden hacer de los caballeros, y más si son andantes, los reyes y los emperadores.

— —Razón tienes, Sancho, dijo don Quijote, porque un caballero andante, como tenga dos dedos de ventura, está en potencia propincua de ser el mayor señor del mundo. Pero pase adelante la señora Dolorida, que á mí se me trasluce que le falta para contar lo amargo desta hasta aquí dulce historia.

—Y cómo si queda lo amargo, respondió la condesa, y tan amargo, que en su comparación son dulces las tueras, y sabrosas las adelfas. Muerta pues la reina, y no desmayada, la enterramos, y apenas la cubrimos en la tierra, y apenas le dimos el último vale, cuando «¿ quis talia fando temperet a lacrimis?»> puesto sobre un caballo de madera, pareció encima de la sepultura de la reina el gigante Malambruno, primo cormano de Maguncia, que junto con ser cruel era encantador, el cual con sus artes en venganza de la muerte de su hermana, y por castigo del atrevimiento de don Clavijo, y por despecho de la demasía de Antonomasia, los dejó encantados sobre la misma sepultura, á ella convertida en una jimia de bronce, y á él en un espantoso cocodrilo de un metal no conocido, y entre los dos está un padrón asimismo de metal, y en él escritas en lengua siriaca unas letras, que habiéndose declarado en la candayesca, y ahora en la castellana, encierran esta sentencia: «No cobrarán su pri»mera forma estos dos atrevidos amantes, hasta