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163— de cualquier manera que vaya vestido seré Sancho Panza.

—Así es verdad, dijo el duque; pero los trajes se han de acomodar con el oficio ó dignidad que se profesa, que no sería bien que un jurisperito se vistiese como soldado, ni un soldado como un sacerdote. Vos, Sancho, iréis vestido parte de letrado y parte de capitán, porque en la ínsula que os doy tanto son menester las armas como las letras, y las letras como las armas.

—Letras, respondió Sancho, pocas tengo, porque aun no sé el A B C, pero bástame tener el Christus en la memoria para ser buen gobernador. De las armas manejaré las que me dieren hasta caer, y Dios adelante.

—Con tan buena memoria, dijo el duque, no podrá Sancho errar en nada.

En esto llegó don Quijote, y sabiendo lo que pasaba, y la celeridad con que Sancho se había de partir á su gobierno, con licencia del duque le tomó por la mano, y se fué con él á su estancia con intención de aconsejarle cómo se había de haber en su oficio. Entrados pues en su aposento cerró tras sí la puerta, y hizo casi por fuerza que Sancho se sentase junto á él, y con reposada voz le dijo:

—Infinitas gracias doy al cielo, Sancho amigo, de que antes y primero que yo haya encontrado con alguna buena dicha, te haya salido á recebir y á encontrar la buena ventura. Yo, que en mi buena suerte te tenía librada la paga de tus servicios, me veo en los principios de aventajarme, y tú antes de tiempo, contra la ley del razonable discurso, te ves premiado de tu deseo. Otros cohechan, importunan, solicitan, madrugan, ruegan, porflan, y no alcanzan lo que pretenden; y llega otro, y sin