Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/187

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 183 —

F —No está en eso el punto, oh Emerencia, respondió la Altisidora, sino en que no querría que mi canto descubriese mi corazón, y fuese juzgada de los que no tienen noticia de las fuerzas poderosas de amor, por doncella antojadiza y liviana; peró venga lo que viniere, que más vale vergüenza en cara, que mancilla en corazón; y en esto comenzó á tocar un arpa suavísimamente.

Oyendo lo cual quedó don Quijote pasmade, porque en aquel instante se le vinieron á la memoria las infinitas aventuras, semejantes á aquella, de ventanas, rejas y jardines, músicas, requiebros y desvanecimientos que en los sus desvanecidos libros de caballerías había leído. Luego imaginó que alguna doncella de la duquesa estaba dél enamorada, y que la honestidad la forzaba á tener secreta su voluntad. Temió no le rindiese, y propuso en su pensamiento el no dejarse vencer; y encomendándose de todo buen ánimo y buen talante á su señora Dulcinea del Toboso, determinó de escuchar la música, y para dar é entender que allí estaba dió un fingido estornudo, que de no poco se alegraron las doncellas, que otra cosa no deseaban sino que don Quijote las oyese. Recorrida pues y afinada el arpa, Altisidora dió principio á este romance :

O tú, que estás en tu lecho entre sábanas de holanda, durmiendo á pierna tendida de la noche á la mañana; Caballero el más valiente que ha producido la Mancha, más honesto y más bendito que el oro fino de Arabia;