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entró en el juzgado una mujer asida fuertemente de un hombre vestido de ganadero rico, la cual venía dando grandes voces diciendo:

—Justicia, señor gobernador, justicia, y si no la hallo en la tierra la iré á buscar al cielo. Señor gobernador de mi ánima, este mal hombre me ha cogido en la mitad dese campo, y se ha aprovechado de mi cuerpo como si fuera trapo mal lavado, y desdichada de mí! me ha llevado lo que yo tenía guardado más de veintitrés años ha, defendiéndolo de moros y cristianos, de naturales y estranjeros, y yo siempre dura como un alcornoque, conservándome entera como la salamanquesa en el fuego, ó como la lana entre las zarzas, para que este buen hombre llegase ahora con sus manos limpias á manosearme.

—Aun eso está por averiguar si tiene limpias ó no las manos este galán, dijo Sancho, y volviéndose al hombre le dijo qué decía y respondía á la querella de aquella mujer. El cual todo turbado respondió:

—Señores, yo soy un pobre ganadero de ganado de cerda, y esta mañana salía desde el lugar de vender (con perdón sea dicho) cuatro puercos que me llevaron de alcabalas y socaliñas poco menos de lo que ellos valían: volvíame á mi aldea, topé en el camino á esa buena dueña, y el diablo que todo lo añasca y todo lo cuece, hizo que yogásemos juntos:

paguéle lo soficiente, y ella mal contenta asió de mí, y no me ha dejado hasta traerme á este puesto: dice que la forcé, y miente para el juramento que hago ó pienso hacer; y esta es la verdad sin faltar meaja.

Entonces el gobernador le preguntó si traía conDON QUIJOTE .—13 TOMO III

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