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—Ya sé yo de qué proceden estos accidentes.

—No sé yo de qué, respondió la amiga, porque Altisidora es la doncella más sana de toda esta casa, y yo nunca la he sentido un ay en cuanto ha que la conozco: que mal hayan cuantos caballeros andantes hay en el mundo, si es que todos son desagradecidos: váyase vuesa merced, señor don Quijote, que no volverá en sí esta pobre niña en tanto que vuestra merced aquí estuviere.

A lo que respondió don Quijote:

—Haga vuestra merced, señora, que se me ponga un laúd esta noche en mi aposento, que yo consolaré lo mejor que pudiere á esta lastimada doncella, que en los principios amorosos los desengaños prestos suelen ser remedios calificados: y con esto se fué porque no fuese notado de los que alli le viesen.

No se hubo bien apartado, cuando volviendo en sí la desmayada Altisidora, dijo á su compañera :

—Menester será que se le ponga el laúd, que sin duda don Quijote quiere darnos música, y no será mala siendo suya.

Fueron luego á dar cuenta á la duquesa de lo que pasaba y del laúd que pedía don Quijote y ella alegre sobre modo concertó con el duque y con sus doncellas de hacerle una burla que fuese más risueña que dañosa, y con mucho contento esperaban la noche, que se vino tan apriesa como se había venido el día, el cual pasaron los duques en sabrosas pláticas con don Quijote: y la duquesa aquel día real y verdaderamente despachó á un paje suyo, que había hecho en la selva la figura encantada de Dulcinea, & Teresa Panza con la carta de su marido Sancho Panza, y con el lío de ropa que había dejado para que se le enviase, encar-