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tinacia, y plega á Dios que se le olvide á Sancho tu escudero el azotarse, porque nunca salga de su encanto esta tan amada tuya Dulcinea, ni tú la goces ni llegues á tálamo con ella, á lo menos viviendo yo, que te adoro.

1 A todo esto no respondió don Quijote otra pala bra sino fué dar un profundo suspiro, y luego se tendió en su lecho, agradeciendo á los duques la merced, no porque él tenía temor de aquella canalla gatesca encantadora y cencerruna, sino porque había conocido la buena intención con que habían venido á socorrerle. Los duques le dejaron sosegar y se fueron pesarosos del mal suceso de la burla, que no creyeron que tan pesada y costosa le saliera á don Quijote aquella aventura, que le costó cinco días de encerramiento y de cama, donde le sucedió otra aventura más gustosa que la pasada, la cual no quiere su historiador contar ahora por acudir á Sancho Panza, que andaba muy solícito y muy gracioso en su gobierno..

CAPITULO XLVII

Donde se prosigue cómo se portaba Sancho Panza en su gobierno.

Cuenta la historia, que desde el juzgado llevaron á Sancho Panza á un suntuoso palacio, adonde en una gran sala estaba puesta una real y limpísima mesa; y así como Sancho entró en la sala sonaron chirimías, y salieron cuatro pajes á darle aguamanos, que Sancho recibió con mucha gravedad. Cesó la música, sentóse Sancho á la cabecera de la mesa, porque no había más de aquel asiento y no