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—Vuesa merced, respondió el paje, es mujer dignísima de un gobernador archidignísimo: y para prueba desta verdad reciba vuesa merced esta carta y este presente; y sacó al instante de la faltriquera una sarta de corales con extremos de oro, y se la echó al cuello y dijo: Esta carta es del señor gobernador, y otra que traigo y estos corales son de mi señora la duquesa, que á vuesa merced me envía.

11 1 Quedó pasmada Teresa, y su hija ni más ni menos, y la muchacha dijo:

—Que me maten si no anda por aquí nuestro señor amo don Quijote, que debe de haber dado á padre el gobierno ó condado que tantas veces le había prometido.

—Así es la verdad, respondió el paje, que por respeto del señor don Quijote es ahora el señor Sancho gobernador de la insula Barataria, como se verá por esta carta.

—Léamela vuesa merced, señor gentilhombre, dijo Teresa, porque aunque yo sé hilar, no sé leer una migaja.

—Ni yo tampoco, añadió Sanchica; pero espérenme aquí, que yo iré á llamar quien la lea, ora sea el cura mesmo, ó el bachiller Sansón Carrasco, que vendrán de muy buena gana por saber nuevas de mi padre.

—No hay para que se llame á nadie, que yo no sé hilar, pero sé leer, y la leeré, y así la leyó toda, que por quedar ya referida no se pone aquí; y luego sacó otra de la duquesa, que decía desta manera:

«Amiga Teresa: las buenas partes de la bondad DON QUIJOTE .—16 TOMO III

VOL . 317