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1 Hiciéronlo así, y volvióse Teresa con ellos. Hallaron al paje cribando un poco de cebada para su cabalgadura, y á Sanchica cortando un torrezno para empedrarle con güevos, y dar de comer al paje, cuya presencia y buen adorno contentó mucho á los dos; y después de haberle saludado cortesmente y él á ellos, le preguntó Sansón les dijese nuevas así de don Quijote como de Sancho Panza, que puesto que habían leído las cartas de Sancho y de la señora duquesa, todavía estaban confusos y no acababan de atinar qué sería aquello del gobierno de Sancho, y más de una insula, siendo todas ó las más que hay en el mar Mediterráneo, de su majestad. A lo que el paje respondió:

—De que el señor Sancho Panza sea gobernador, no hay que dudar de ello; de que sea ínsula ó no la que gobierna, en eso no me entremeto; pero basta que sea un lugar de más de mil vecinos; y en cuanto á lo de las bellotas, digo que mi señora la duquesa es tan llana y tan humilde, que no decía el enviar á pedir bellotas á una labradora, pero que le acontecía enviar á pedir un peine prestado á una vecina suya; porque quiero que sepan vuesas mercedes, que las señoras de Aragón, aunque son tan principales, no son tan puntuosas y levantadas como las señoras castellanas: con más llaneza tratan á las gentes.

Estando en la mitad destas pláticas, salió Sanchica con una halda de güevos, y preguntó al paje:

—Dígame, señor, ¿mi señor padre trae por ventura calzas atacadas después que es gobernador?

—No he mirado en ello, respondió el paje, pero sí debe traer.

—¡Ay Dios mío! replicó Sanchica, y que será de ver á mi señor padre con pedorreras: ¿no es bueno