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don Quijote, Sancho, el paje y el primo en los mejores lugares, el trujamán comenzó á decir lo que oirá y verá el que lo oyere, ó viere el capítulo siguiente.

1 CAPITULO XXVI

Donde se prosigue la graciosa aventura del titerero, con otras cosas en verdad harto buenas.

Callaron todos, tirios y troyanos: quiero decir, pendientes estaban todos los que el retablo miraban de la boca del declarador de sus maravillas, cuando se oyeron sonar en el retablo cantidad de atabales y trompetas, y dispararse mucha artillería, cuyo rumor pasó en tiempo breve, y luego alzó la voz el muchacho, y dijo:

—Esta verdadera historia que aquí á vuesas mercedes se representa, es sacada al pie de la letra de las corónicas francesas, y de los romances españoles que andan en boca de las gentes, y de los muchachos por esas calles. Trata de la libertad que dió el señor don Gaiferos á su esposa Melisendra, que estaba cautiva en España en poder de los moros en la ciudad de Sansueña, que así se llamaba entonces la que hoy se llama Zaragoza: y vean vuesas mercedes allí como está jugando á las tablas don Gaiferos, según aquello que se canta:

Jugando está á las tablas don Gaiferos, que ya de Melisendra está olvidado.

Y aquel personaje que allí asoma con la corona en la cabeza y ceptro en las manos es el emperador