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262 le dió de ser su esposo antes y primero que yogase con ella; porque pensar que el duque mil señor me ha de hacer justicia, es pedir peras al olmo, por la ocasión que ya á vuesa merced en puridad tengo declarada; y con esto nuestro Señor dé á vuesa merced mucha salud, y á nosotras no nos desampare. A cuyas razones respondió don Quijote con mucha gravedad y prosopopeya.

—Buena dueña, templad vuestras lágrimas, ó por mejor decir, enjugadlas y ahorrad de vuestros suspiros, que yo tomo á mi cargo el remedio de vuestra hija, á la cual le hubiera estado mejor no haber sido tan fácil en creer promesas de enamorados, las cuales, por la mayor parte son ligeras de prometer y muy pesadas de cumplir; y así con licencia del duque mi señor, yo me partiré luego en busca dese desalmado mancebo, y le hallaré, y le desafiaré, y le mataré cada y cuando se escusare de cumplir la prometida palabra: que el principal asunto de mi profesión es perdonar á los humildes, y castigar á los soberbios: quiero decir acorrer á los miserables, y destruir á los rigurosos.

—No es menester, respondió el duque, que vuesa merced se ponga en trabajo de buscar al rústico de quien esta buena dueña se queja, ni es menester tampoco que vuesa merced me pida á mí licencia para desafiarle, que yo le doy por desafiado, y tomo á mi cargo de hacerle saber este desafío, y que le acete, y venga á responder por sí á este mi castillo, donde á entrambos daré campo seguro, guardando todas las condiciones que en tales casos suelen y deben guardarse, guardando igualmente su justicia á cada uno, como están obligados á guardarla todos aquellos