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boca se llega por las espaldas de Melisendra? Pues miren como la da un beso en mitad de los labios, y la priesa que ella se da á escupir y á limpiárselos con la blanca manga de su camisa, y como se lamenta, y se arranca de pesar sus hermosos cabellos, como si ellos tuvieran la culpa del maleficio.

Miren también como aquel grave moro que está en aquellos corredores es el rey Marsilio de Sansueña, el cual por haber visto la insolencia del moro, puesto que era un pariente y gran privado suyo, le mandó luego prender, y que le den docientos azotes, llevándole por las calles acostumbradas de la ciudad con chilladores delante y envaramiento detrás; y veis aquí donde salen á ejecutar la sentencia, aun bien apenas no habiendo sido puesta en ejecución la culpa, porque entre moros no hay traslado á la parte, ni á prueba y estése, como entre nosotros.

—Niño, niño, dijo con voz alta á esta sazón don Quijote, seguid vuestra historia línea recta, y no os metáis en las curvas ó transversales, que para sacar una verdad en limpio, menester son muchas pruebas y repruebas.

También dijo maese Pedro desde dentro:

—Muchacho, no te metas en dibujos, sino haz lo que ese señor te manda, que será lo más acertado sigue tu canto llano, y no te metas en contrapuntos, que se suelen quebrar de sotiles.

—Yo lo haré así, respondió el muchacho, y prosiguió diciendo: Esta figura que aquí parece á caballo, cubierta con una capa gascona, es la mesma de don Gaiferos, á quien su esposa esperaba, y ya vengado del atrevimiento del enamorado moro, con mejor y más sosegado semblante se ha puesto á los miradores de la torre, y habla con su esposo,