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los simples pajarillos, que ojeados con nuestro ruido vinieren á dar en ellas. Si gustáis, señor, de ser nuestro huésped, seréis agasajado liberal y cortesmente, porque por ahora en este sitio no ha de entrar la pesadumbre ni la melancolía.

1 Calló y no dijo más: á lo que respondió don Quijote :

—Por cierto, hermosísima señora, que no debió de quedar más suspenso ni admirado Anteón cuando vió al improvisto bañarse en las aguas á Diana, como yo he quedado atónito en ver vuestra belleza. Alabo el asunto de vuestros entretenimientos, y el de vuestros ofrecimientos agradezco; y si os puedo servir, con seguridad de ser obedecidas me lo podéis mandar, porque no es otra la profesión mía sino de mostrarme agradecido y bienhechor con todo género de gente en especial con la principal que vuestras personas representan: y si como estas redes, que deben de ocupar algún pequeño espacio, ocuparan toda la redondez de la tierra, buscara yo nuevos mundos por do pasar sin romperlas y porque déis algún crédito á esta mi exageración, ved que os lo promete por lo menos don Quijote de la Mancha, si es que ha llegado á vuestros oídos este nombre.

& —¡Ay, amiga de mi alma, dijo entonces la otra zagala, y qué ventura tan grande nos ha sucedido !

Ves este señor que tenemos delante? Pues hágote saber que es el más valiente y el más enamorado y el más comedido que tiene el mundo, si no es que nos mienta y nos engañe una historia que de sus hazañas anda impresa y yo he leído. Yo apostaré que este buen hombre que viene consigo es un tal Sancho Panza su escudero, á cuyas gracias no hay ningunas que se le igualen.