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322CAPITULO LIX

Donde se cuenta el extraordinario suceso, que se puede tener por aventura, que le sucedió á don Quijote.

Al polvo y al cansancio que don Quijote y Sancho sacaron del descomedimiento de los toros, socorrió una fuente clara y limpia, que entre una fresca arboleda hallaron, en el margen de la cual, hallaron libres sin jáquima y freno al rucio y á Rocinante, los dos asendereados amo y mozo se sentaron. Acudió Sancho á la repostería de sus alforjas, y dellas sacó de lo que él solía llamar condumio :

enjugóse la boca, lavóse don Quijote el rostro, con cuyo refrigerio cobraron aliento los espíritus desalentados no comía don Quijote de puro pesaroso, ni Sancho no osaba tocar los manjares que delante tenía de puro comedido, y esperaba á que su señor hiciese la salva; pero viendo que llevado de sus imaginaciones no se acordaba de llevar el pan á la boca, no abrió la suya, y atropellando por todo género de crianza comenzó á embaular en el estómago el pan y queso que se le ofrecía.

—Come, Sancho amigo, dijo don Quijote, sustenta la vida que más que á mí te importa, y déjame morir á mí á manos de mis pensamientos y á fuerza de mis desgracias. Yo Sancho, nací para vi-