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vir muriendo, y tú para morir comiendo: y porque veas que te digo verdad en esto, considérame impreso en historias, famoso en las armas, comedido en mis acciones, respetado de príncipes, solicitado de doncellas, al cabo, al cabo, cuando esperaba palmas, triunfos y coronas granjeadas y merecidas por mis valerosas hazañas, me he visto esta mañana pisado y acoceado y molido de los pies de animales inmundos y soeces. Esta consideración me embota los dientes, entorpece las muelas y entomece las manos y quita de todo en todo la gana del comer:

de manera que pienso dejarme morir de hambre, muerte la más cruel de las muertes.

—Desa manera, dijo Saneho, sin dejar de mascar apriesa, no aprobará vuesa merced aquel refrán que dicen: Muera Iarta y muera a: yo á lo menos no pienso matarme á mí mismo: antes pienso hacer como el zapatero, que tira el cuero con los dientes hasta que le hace llegar donde él quiere :

yo tiraré mi vida comiendo, hasta que llegue al fin que le tiene determinado el cielo: y sepa, señor, que no hay mayor locura que la que toca en querer desesperarse como vuesa merced: y créame, y después de comido échese á dormir un poco sobre los colchones verdes destas yerbas, y verá como cuando despierte se halla algo más aliviado.

Hizolo así don Quijote pareciéndole que las razones de Sancho más eran de filósofo que de mentecato, y díjole:

—Si tú, oh Sancho, quisieses hacer por mí lo que yo ahora te diré, serían mis alivios más ciertos, y mis pesadumbres no tan grandes, y es que mientras yo duermo obedeciendo tus consejos, tú te desviases un poco lejos de aquí, y con las riendas de Rocinante echando al aire tus carnes te dieses tre-