Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/330

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 326 —

dígame finalmente lo que tiene y déjese de discurrimientos.

—Señor huésped, dijo el ventero, lo que real y verdaderamente tengo son dos uñas de vaca, que parecen manos de ternera, ó dos manos de ternera que parecen uñas de vaca; están cocidas con sus garbanzos, cebollas y tocino, y la hora de ahora están diciendo: cómeme, cómeme.

—Por mías las marco desde aquí, dijo Sancho, y nadie las toque, que yo las pagaré mejor que otro, porque para mí ninguna otra cosa pudiera esperar de más gusto, y no se me daría nada que fuesen manos como fuesen uñas.

—Nadie las tocará, dijo el ventero, porque otros huéspedes que tengo, de puros principales traen consigo cocinero, despensero y repostería.

—Si por principales va, dijo Sancho, ninguno más que mi amo; pero el oficio que él trae no permite despensas ni botillerías: ahí nos tendemos en mitad de un prado, y nos hartamos de bellotas ó de nísperos.

Esta fué la plática que Sancho tuvo con el ventero, sin querer Sancho pasar adelante en responderle, que ya le había preguntado qué oficio ó qué ejercicio era el de su amo. Llegóse pues la hora del cenar, recogióse á su estancia don Quijote, trujo el huésped la olla así como estaba, y sentóse á cenar muy de propósito. Parece ser que en otro aposento que junto al de don Quijote estaba, que no le dividía más que un sutil tabique, oyó decir don Quijote:

—Por vida de vuesa merced, señor don Jerónimo, que en tanto que traen la cena leamos otro capítulo de la «Segunda parte de don Quijote de la Mancha»>.