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<—342cuerpo, y Roque se volvió á los suyos: y este fin tuvieron los amores de Claudia Jerónima. ¿Pero qué mucho si tejieron la trama de su lamentable historia las fuerzas invencibles y rigurosas de los celos? Halló Roque Guinart á sus escuderos en la parte donde les había ordenado, y á don Quijote entre ellos sobre Rocinante, haciéndoles una plática en que les persuadía dejasen aquel modo de vivir tan peligroso así para el alma como para el cuerpo; pero como los más eran gascones, gente rústica y desbaratada, no les entraba bien la plática de don Quijote. Llegado que fué Roque, preguntó á Sancho Panza si le habían vuelto y restituído las alhajas y preseas que los suyos del rucio le habían quitado. Sancho respondió que sí, sino que le faltaban tres tocadores que valían tres ciudades.

—¿Qué es lo que dices, hombre, dijo uno de los presentes, que yo los tengo, y no valen tres reales?

—Así es, dijo don Quijote; pero estímalos mi escudero en lo que ha dicho por habérmelos dado quien me los dió.

Mandóselos volver al punto Roque Guinart, y mandando poner los suyos en ala mandó traer allí delante todos los vestidos, joyas y dineros, y todo aquello que desde la última repartición habían robado; y haciendo brevemente el tanteo, volviendo lo no repartible y reduciéndolo á dineros, lo repartió por toda su compañía con tanta legalidad y prudencia, que no pasó un punto ni defraudó nada de la justicia distributiva. Hecho esto, con lo cual todos quedaron contentos, satisfechos y pagados, dijo Roque á don Quijote :

—Si no se guardase esta puntualidad con éstos,