Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/348

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tienen fuerza de turbar los más sosegados corazones: yo de mi natural soy compasivo y bien intencionado, pero como tengo dicho, el querer vengarme de un agravio que se me hizo, así da con todas mis buenas inclinaciones en tierra, que persevero en este estado á despecho y pesar de lo que entiendo: y como un abismo llama á otro y un pecado á otro pecado, hanse eslabonado las venganzas de manera, que no sólo las mías, pero las ajenas tomo á mi cargo; pero Dios es servido de que aunque me veo en la mitad del laberinto demis confusiones, no pierdo la esperanza de salir dél á puerto seguro.

Admirado quedó don Quijote de oir hablar á Roque tan buenas y concertadas razones porque él se pensaba que entre los de oficios semejantes de robar, matar y saltear no podía haber alguno que tuviese buen discurso, y respondióle:

—Señor Roque, el principio de la salud está en conocer la enfermedad, y en querer tomar el enfermo las medicinas que el médico ordene: vuesa merced está enfermo, conoce su dolencia, y el cielo, ó Dios, por mejor decir, que es nuestro médicole aplicará medicinas que le sanen, las cuales suelen sanar poco a poco, y no de repente y por milagro: y más que los pecadores discretos están más cerca de enmendarse que los simples; y pues vuesa merced ha mostrado en sus razones su prudencia, no hay sino tener buen ánimo, y esperar rejoría de la enfermedad de su conciencia: y si vuesa merced quiere ahorrar camino, y ponerse con facilidad en el de su salvación, véngase conmigo, que yo le enseñaré á ser caballero andante, donde se pasan tantos trabajos y desventuras, que to-