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1 y de los muchachos, que como á mona le miraban.

Corrieron de nuevo delante dél los de las libreas, como si para él solo (no para alegrar aquel festivo día) se las hubieran puesto, y Sancho estaba contentísimo por parecerle que se había hallado sin saber cómo ni cómo no, otras bodas de Camacho, otra casa como la de don Diego de Miranda, y otro castillo como el del duque. Comieron aquel día con don Antonio algunos de sus amigos, honrando todos y tratando á don Quijote como caballero andante, de lo cual hueco y pomposo no cabía en sí de contento. Los donaires de Sancho fueron tantos, que de su boca andaban como colgados todos los criados de casa y todos cuantos le oían. Estando á la mesa dijo don Antonio á Sancho:

—Acá tenemos noticias, buen Sancho, que sois tan amigo de manjar blanco y de albondiguillas, que si os sobran las guardáis en el seno para el otro día.

—No, señor, no es así, respondió Sancho, porque tengo más de limpio que de goloso, y mi señor don Quijote que está delante, sabe bien que con un puño de bellotas ó de nueces nos solemos pasar entrambos ocho días: verdad es que si tal me sucede que me den la vaquilla, corro con la soguilla :

quiero decir que como lo que me dan, y uso de los tiempos como los hallo, y quien quiera que hubiere dicho que yo soy comedor aventajado, y no limpio, téngase por dicho que no acierta, y de otra manera dijera esto si no mirara á las barbas honradas que están á la mesa.

—Por cierto, dijo don Quijote, que la parsimonia y limpieza con que Sancho come se puede escribir y grabar en láminas de bronce para que que.

DON QUIJOTE .—23 TOMO III

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