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cuenta que vienen de golpe todas las aventuras que acertare á desear.

El último preguntante fué Sancho, y lo que preguntó fué:

—Por ventura, cabeza, ¿tendré otro gobierno?

saldré de la estrecheza de escudero? ¿ volveré á ver á mi mujer y á mis hijos? A lo que le respondieron :

—Gobernarás en tu casa; y si vuelves á ella verás á tu mujer y á tus hijos, y dejando de servir dejarás de ser escudero.

—Bueno, por Dios, dijo Sancho Panza, esto yo me lo dijera, no dijera más el profeta Perogrullo.

—Bestia, dijo don Quijote, ¿qué quieres que te respondan? ¿no basta que las respuestas que esta cabeza ha dado correspondan á lo que se le pregunta?

—Sí basta, respondió Sancho; pero quisiera yo que se declarara más, y dijera más.

Con esto se acabaron las preguntas y las respuestas; pero no se acabó la admiración en que todos quedaron, excepto los dos amigos de don Antonio, que el caso sabían. El cual quiso Cide Hamete Benengeli declarar luego por no tener suspenso al mundo, creyendo que algún hechicero y extraordinario misterio en la tal cabeza se encerraba y así dice que don Antonio Moreno, á imitación de otra cabeza que vió en Madrid fabricada por un estampero, que hizo ésta en su casa para entretenerse y suspender á los ignorantes, y la fábrica era de esta suerte. La tabla de la mesa era de palo, pintada y barnizada como jaspe, y el pie sobre que se sostenía era de lo mesmo, con cuatro garras de águila que dél salían para mayor firmeza del peso. La cabeza que par parecía -