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Hizo el general lo que el virrey le pedía, porque no se ejecutan bien las venganzas á sangre helada: procuraron luego dar traza de sacar á don Gaspar Gregorio del peligro en que quedaba: ofreció Ricote para ello más de dos mil ducados que en perlas y joyas tenía: diéronse muchos medios; pero ninguno fué tal como el que dió el renegado español que se ha dicho, el cual se ofreció de volver á Argel en algún barco pequeño de hasta seis bancos; armado de remeros cristianos, porque él sabía dónde, cómo y cuándo podía y debía desembarcar, y asimismo no ignoraba la casa donde don Gaspar quedaba. Dudaron el general y el virrey el fiarse del renegado, ni confiar dél los cristianos que habían de bogar el remo; fióle Ana Félix, y Ricote su padre dijo que salía á dar el rescate de los cristianos si acaso se perdiesen. Firmados pues en este parecer se desembarcó el virrey, y don Antonio Moreno se llevó consigo á la morisca y á su padre, encargándole el virrey que los regalase y acariciase cuanto le fuese posible, que de su parte le ofrecía lo que en su casa hubiese para su regalo: tanta fué la benevolencia y caridad que la hermosura de Ana Félix infundió en su pecho.