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juzgó de las colores, y notó las empresas que en ellas traían, especialmente una que en un estandarte ó jirón de raso blanco venía, en el cual estaba pintado muy al vivo un asno como un pequeño sardesco, la cabeza levantada, la boca abierta y la lengua de fuera en acto y postura como si estuviera rebuznando: alrededor dél estaban escritos en letras grandes estos dos versos:

No rebuznaron en balde el uno y el otro alcalde.

Por esta insignia sacó don Quijote que aquella gente debía de ser del pueblo del rebuzno, y así se lo dijo á Sancho, declarándole lo que en el estandarte venía escrito. Díjole también que el que les había dado noticia de aquel caso se había errado en decir que dos regidores habían sido los que rebuznaron, porque según los versos del estandarte no habían sido sino alcaldes. A lo que respondió Sancho Panza:

—Señor, en eso no hay que reparar, que bien puede ser que los regidores que entonces rebuznaron viniesen con el tiempo á ser alcaldes de su pueblo, y así se pueden llamar con entrambos títulos, cuanto más que no hace al caso á la verdad de la historia ser los rebuznadores alcaldes ó regidores, como ellos una por una hayan rebuznado, porque tan á pique está de rebuznar un alcalde como un regidor.

Finalmente conocieron y supieron como el pueblo corrido salía á pelear con otro que le corría más de lo justo y de lo que se debía á la buena vecindad. Fuése llegando á ellos don Quijote, no con poca pesadumbre de Sancho, que nunca fué