Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/392

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388—como caballero andante, llamándome el caballero de los Espejos, con intención de pelear con él y vencerle, sin hacerle daño, poniendo por condición de nuestra pelea que el vencido quedase á discreción del vencedor; y lo que yo pensaba pedirle (que ya le juzgaba por vencido), era que se volviese á su lugar, y que no saliese dél en todo un año, en el cual tiempo podría ser curado; pero la suerte lo ordenó de otra manera, porque él me venció á mí y me derribó del caballo, y así no tuvo efecto mi pensamiento; él prosiguió su camino, y yo me volví vencido, corrido y molido de la caída, que fué además peligrosa; pero no por esto se me quitó el deseo de volver á buscarle y vencerle, como hoy se ha visto. Y como él es tan puntual en guardar las órdenes de la andante caballería, sin duda alguna guardará la que le he dado en cumplimiento de su palabra. Esto es, señor, lo que pasa, sin que tenga que deciros otra cosa alguna; suplícoos no me descubráis, ni le digáis á don Quijote quién soy, porque tengan efecto los buenos pensamentos míos, y vuelva á cobrar su juicio un hombre que le tiene bonísimo, como le dejen las sandeces de la caballeríael 19 Oh señor! dijo don Antonio, Dios os perdone el agravio que habéis hecho á todo el mundo en querer volver cuerdo al más graciososo loco que hay en él. No veis, señor, que no podrá llegar el provecho que causa la cordura de don Quijote á lo que llega el gusto que da con sus desvaríos? Pero yo imagino que toda la industria del señor bachiller no ha de ser parte para volver cuerdo á un hombre tan rematadamente loco; y si no fuese contra caridad diría que nunca sane don Quijote, porque con su salud, no solamente perdemos sus gracias,