Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/435

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 431 —

. 431— CAPITULO LXXI

De lo que á don Quijote le sucedió con su escudero Sancho, yendo á su aldea.

Iba el vencido y asendereado don Quijote pensativo además por una parte, y muy alegre por otra. Causaba su tristeza el vencimiento, y la alegría el considerar en la virtud de Sancho, como lo había mostrado en la resurreción de Altisidora, aunque con algún escrúpulo se persuadía á que la enamorada doncella fuese muerta de veras. No iba nada Sancho alegre, porque le entristecía ver que Altisidora no le había cumplido la palabra de darle las camisas, y yendo y viniendo en esto, dijo á su amo:

—En verdad, señor, que soy el más desgraciado médico que se debe de hallar en el mundo, en el cual hay físicos que con matar al enfermo que curan, quieren ser pagados de su trabajo, que no es otro sino firmar una cedulilla de algunas medicinas, que no las hace él, sino el boticario, y cátalo cantusado; y á mí, que la salud ajena me cuesta gotas de sangre, mamonas, pellizcos, alfilerazos y azotes, no me dan un ardite:

pues yo les voto á tal, que si me traen á las ma nos otro algún enfermo, que antes que le cure me han de untar las mías; que el abad de don-