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ciese inacabables historias de sus hazañas. Este fin tuvo el INGENIOSO HIDALGO DE LA MANCHA , cuyc lugar no quiso poner Cide Hamete puntualmente, por dejar que todas las villas y lugares de la Mancha contendiesen entre sí por ahijársele y tenérsele por suyo, como contendieron las siete ciudades de Grecia por Homero. Déjanse de poner aquí los llantos de Sancho, sobrina y ama de don Quijote, los nuevos epitafios de su sepultura, aunque Sansón Carrasco le puso este:

Yace aquí el hidalgo fuerte, que á tanto estremo llegó de valiente, que se advierte que la muerte no triunfó de su vida con su muerte.

Tuvo á todo el mundo en poco; fué el espantajo y el coco del mundo en tal coyuntura, que acreditó su ventura, morir cuerdo y vivir loco.

Y el prudentísimo Cide Hamete dijo á su pluma :

Aquí quedarás colgada desta espetera y deste hilo de alambre, ni sé si bien cortada ó mal tajada, péñola mía, adonde vivirás luengos siglos, si presuntuosos y malandrines historiadores no te descuelgan para profanarte. Pero antes que á tí lleguen les puedes advertir, y decirles en el mejor modo que pudieres :

Tate, tate, folloncicos; de ninguno sea tocada, porque esta impresa, buen rey, para mí estaba guardada.