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ə 43tales tontos, como debieron ser todos los caballeros andantes pasados: de los presentes no digo nada, que por ser vuesa merced uno dellos, los tengo respeto, y porque sé que sabe vuesa merced un punto más que el diablo en cuanto habla y en cuanto piensa.

—Haría yo una buena apuesta con vos, Sancho, dijo don Quijote, que ahora que vais hablando sin que nadie os vaya á la mano, que no os duele nada en todo vuestro cuerpo. Hablad, hijo mío, todo aquello que os viniere al pensamiento y á la boca, que á trueco de que á vos no os duela nada, tendré yo por gusto el enfado que me dan vuestras impertinencias; y si tanto deseáis volveros á vuestra casa con vuestra mujer y hijos, no permita Dios que yo os lo impida; dineros tenéis míos; mirad cuanto ha que esta tercera vez salimos de nuestro pueblo, y mirad lo que podéis y debéis ganar cada mes, y pagaos de vuestra mano.

—Cuando yo servía, respondió Sancho, á Tomé Carrasco, el padre del bachiller Sansón Carrasco, que vuesa merced bien conoce, dos ducados ganaba cada mes, amén de la comida: con vuesa merced no sé lo que puedo ganar, puesto que sé que tiene más trabajo el escudero del caballero andante que el que sirve á un labrador; que en resolución los que servimos á labradores por mucho que trabajemos de día, por mal que suceda, á la noche cenamos olla y dormimos en cama, en la cual no he dormido después que ha que sirvo á vuesa merced, sino ha sido el tiempo breve que estuvimos en casa de don Diego de Miranda, y la jira que hube con la espuma que saqué de las ollas de Camacho y lo que comí y bebí y dormí en casade Basilio; todo el otro tiempo he dormido en la