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pidió á Dios con una larga y devota plegaria le librase de allí adelante de los atrevidos deseos y acometimientos de su señor. Llegaron en esto los pescadores dueños del barco, á quien habían hecho pedazos las ruedas de las aceñas, y viéndole roto acometieron á desnudar á Sancho y á pedir á don Quijote se lo pagase; el cual con gran sosiego, como si no hubiese pasado nada por él, dijo á los molineros y pescadores que él pagaría el barco de bonísima gana con condición que le diesen libre y sin cautela á la persona ó personas que en aquel su castillo estaban oprimidasme —¿Qué personas ó qué castillo dice, respondió uno de los molineros, hombre sin juicio? ¿Quiéreste llevar por ventura las que vienen á moler trigo á estas aceñas?

—Basta, dijo entre sí don Quijote; aquí será predicar en desierto querer reducir á esta canalla á que por ruegos haga virtud alguna; y en esta aventura se deben de haber encontrado dos valientes encantadores, y el uno estorba lo que el otro intenta: el uno me deparó el barco, y el otro dió conmigo al través: Dios lo remedie, que todo estemundo es máquinas y trazas contrarias unas de otras. Yo no puedo más, y alzando la voz prosiguió diciendo y mirando á las aceñas: Amigos, cualesquiera que seáis, que en prisión quedáis encerrados, perdonadme, que por mi desgracia y por la vuestra, yo no os puedo sacar de vuestra cuita :

para otro caballero debe de estar guardada y reservada esta aventura.

En diciendo esto se concertó con los pescadores, y pagó por el barco 150 reales, que los dió Sancho de muy mala gana, diciendo: A dos barcadas como éstas daremos con todo el caudal al fondo. Los pes-