Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/73

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 69 —

y acorta el cuento, porque llevas camino de no acabar en dos días.

—No ha de acortar tal, dijo la duquesa, por hacerme á mí placer, antes le ha de contar de la manera que le sabe, aunque no le acabe en seis días, que si tantos fuesen, serían para mí los mejores que hubiese llevado en mi vida.

—Digo pues, señores míos, prosiguió Sancho, que este tal hidalgo, que yo conozco como á mis manos, (porque no hay de mi casa á la suya un tiro de ballesta) convidó á un labrador pobre, pero honrado.

—Adelante, hermano, dijo á esta sazón el religioso, que camino lleváis de no parar con vuestro cuento hasta el otro mundo.

—A menos de la mitad pararé, si Dios fuere servido, respondió Sancho; y así digo, que llegando el tal labrador á casa del dicho hidalgo envidador, que buen poso haya su ánima, que ya es muerto, y por más señas dicen que hizo una muerte de un ángel, que yo no me hallé presente, que había ido por aquel tiempo á segar á Tembleque.

—Por vida vuestra, hijo, que volváis pronto de Tembleque, y que sin enterrar al hidalgo, (si no queréis hacer más exequias) acabéis vuestro cuento.

—Es pues el caso, replicó Sancho, que estando los dos para asentarse á la mesa, que parece que ahora los veo más que nunca...

Gran gusto recibían los duques del disgusto que mostraba tomar el buen religioso de la dilación y pausas con que Sancho contaba su cuento, y don Quijote se estaba consumiendo en cólera y erf rabia.

—Digo así, dijo Sancho, que estando, como he