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gue y no le alcanza: este que recibió los palos recibió agravio, mas no afrenta; porque la afrenta ha de ser sustentada. Si el que le dió los palos, aunque se los dió á hurta cordel, pusiera mano á su espada, y se estuviera quedo haciendo rostro á su enemigo, quedara el apaleado agraviado y afrentado juntamente: agraviado porque le dieron á traición; afrentado, porque el que le dió sustentó lo que había hecho sin volver las espaldas y á pie quedo: y así según las leyes del maldito duelo, yo puedo estar agraviado, mas no afrentado, porque los niños no sienten, ni las mujeres, ni pueden huir, ni tienen para qué esperar, y lo mesmo los constituídos en la sacra religión; porque estos tres géneros de gentes carecen de armas ofensivas y defensivas; y así aunque naturalmente estén obligados á defenderse, no lo están para ofender á nadie: y aunque poco ha dije que yo podía estar agraviado, ahora digo que no en ninguna manera, porque quien no puede recebir afrenta, menos la puede dar: por las cuales razones yo no debo sentir ni siento las que aquel buen hombre me ha dicho: sólo quisiera que esperara algún poco para darle á entender el error en que está en pensar y decir que no ha habido ni los hay caballeros andantes en el mundo, que si lo tal oyera Amadís, ó uno de los infinitos de su linaje, yo sé que no le fuera bien á su merced.

—Eso juro yo bien, dijo Sancho, cuchillada le hubieran dado, que le abrieran de arriba abajo como una granada ó como un melón muy maduro; bonitos eran ellos para sufrir semejantes cosquillas.

Para mi santiguada, que tengo por cierto que si Reinaldos de Montalván hubiera oído estas razones al hombrecito, tapaboca le hubiera dado que no